‘... cuando me fuí, no me alejé...’
- Fito Paez -
Me pareció todo chiquito al principio: el baño, la sala de imigraciones, el lugar de reclamo de equipaje, aduana. ‘Señores pa__jeros...’ leía el cartel en imigraciones. ‘son una joda!’ – pensé y me cagué de la risa. Fueron 4 horas de San Francisco a Houston y 10 horas de Houston a Buenos Aires y lo que más quería en ese momento, era darme un baño. Y después claro, un vinito, unas empanadas, un vinito, un buen pedazo de carne, un vinito, un alfajor, un vinito...
Multitudes de gente en su mayoría extranjeros, como yo. Al salir, algunas caras ansiosas y abrazos felices, y una infinidad de carteles, pero ninguna cara conocida y ningún cartel rojo esperándome a mí. Esperé. Rojo me había dicho que era, rojo y grande. Esperé. ‘Los carteles blancos son difíciles de leer, no se ven por el reflejo de la luz, busca otro color y usa letras oscuras y grandes’. Estaba a punto de llamarla por mi celular y dispuesta a pagar los recargos del roaming cuando un gigantezco cartel rojo nos cegó la vista a todos. Sonreí. El taxista, algo avergonzado, lo sostenía sobre su cabeza. ‘Hola, yo soy Rita’ – le dije, y noté el alivio en su rostro. ‘Tremendo cartel que me dieron!’ – fue lo primero que me dijo. ‘Pero funcionó, lo identifiqué inmediatamente’. ‘Uy...mirá que he pasado burlas...me preguntaron si venía por Rita Turdero’. No entendí al principio, pero después me explicó. Me explicó muchas cosas camino a la casa de mi amiga, en Parque Chacabuco. ‘Ah, primera vez que venís a Buenos Aires? Uy, y la mala primera impresión que te llevás conmigo...’ Y sin embargo, me pareció un hombre muy culto y educado, con un lenguaje muy colorido, el remisero Jorge.
‘Es una Lima gigante...’ fue mi primera impresión al encontrarnos ya en la ruta hacia la ciudad. Camiones alocados, autos dementes, esquinas limpias, esquinas sucias, pintas en las paredes, bodegas… ‘Ah... latinoamérica… Qué lindo volver a pisar tu suelo…’
Ella estaba igualita. No, igualita no, pero casi. Algo había diferente, algo casi imperceptible pero importante. Algo bonito. Algo en su sonrisa. Una lucecita, no sé, otro color, otro brillo, otro sol. Lo adiviné 2 segundos después de ese abrazo franco y esperado: Vino corriendo desde el fondo del largo pasillo amarillo, asomó su sonrisa a mi sonrisa y se escondió tras la puerta, coqueto, cauteloso. ‘Hola Santiago’ Se asomó nuevamente y esta vez me abrazó las piernas y recostó su cabecita en mi muslo. ‘qué cosita!’ Y ahí estaba, por fin frente a mí, lo bonito en la sonrisa de mi amiga querida a quién no veia hacía 7 años, la lucecita en sus pupilas, lo más importante de su vida, Santiago, un redondis risueño y feliz. Un chiquitín hermoso a quién recién pude conocer.
‘Eres una mamá! Qué raro me resulta...’ ‘Así es amiga, soy una mamá’ – lo dijo con una hermosa sonrisa vencida. Ella siempre fue como yo: los niños nunca le interesaron, jamás soñó con formar una familia, nunca se alucinó madre. Tampoco es que no lo quería ser, pero no fue nunca una meta en su vida. Ahora era esposa y madre y la ví feliz y orgullosa y luz y ala. Me encantó conocer esta nueva faceta en la vida de mi amiga-hermana. Me encantó conocer al hombre que eligió como esposo y al nene precioso que tienen juntos. Me encantó conocer su nuevo rincón en el mundo, los colores de su casa, los desayunos de sus mañanas, las veredas de su barrio, los escasos momentos libres de sus días maternales. Me encantó descubrir un pedacito de su sonrisa en la de Santiago, sus gestos, sus ademanes, sus miradas, y a veces, su mal humor. Pero lo que más me encantó, porque soy egoísta, fue comprobar que a pesar de las geografías y los tiempos, la confianza y el cariño siguen intactos, que nos basta con pasar ratos juntas, haciendo todo o haciendo nada, que aunque son 14 horas de distancia, seguimos cerca. ‘es todo un logro’ – le dije por email antes de terminar mi viaje, 3 semanas después y ya en el aeropuerto de Lima – ‘me voy dando cuenta con los años que amistades así son realmente excepcionales’. Y tal vez fue esa comprobación, esa certeza, esa reunión especial y esperada lo que hizo de estas vacaciones una de las mejores de mi vida.
- Fito Paez -
Me pareció todo chiquito al principio: el baño, la sala de imigraciones, el lugar de reclamo de equipaje, aduana. ‘Señores pa__jeros...’ leía el cartel en imigraciones. ‘son una joda!’ – pensé y me cagué de la risa. Fueron 4 horas de San Francisco a Houston y 10 horas de Houston a Buenos Aires y lo que más quería en ese momento, era darme un baño. Y después claro, un vinito, unas empanadas, un vinito, un buen pedazo de carne, un vinito, un alfajor, un vinito...
Multitudes de gente en su mayoría extranjeros, como yo. Al salir, algunas caras ansiosas y abrazos felices, y una infinidad de carteles, pero ninguna cara conocida y ningún cartel rojo esperándome a mí. Esperé. Rojo me había dicho que era, rojo y grande. Esperé. ‘Los carteles blancos son difíciles de leer, no se ven por el reflejo de la luz, busca otro color y usa letras oscuras y grandes’. Estaba a punto de llamarla por mi celular y dispuesta a pagar los recargos del roaming cuando un gigantezco cartel rojo nos cegó la vista a todos. Sonreí. El taxista, algo avergonzado, lo sostenía sobre su cabeza. ‘Hola, yo soy Rita’ – le dije, y noté el alivio en su rostro. ‘Tremendo cartel que me dieron!’ – fue lo primero que me dijo. ‘Pero funcionó, lo identifiqué inmediatamente’. ‘Uy...mirá que he pasado burlas...me preguntaron si venía por Rita Turdero’. No entendí al principio, pero después me explicó. Me explicó muchas cosas camino a la casa de mi amiga, en Parque Chacabuco. ‘Ah, primera vez que venís a Buenos Aires? Uy, y la mala primera impresión que te llevás conmigo...’ Y sin embargo, me pareció un hombre muy culto y educado, con un lenguaje muy colorido, el remisero Jorge.
‘Es una Lima gigante...’ fue mi primera impresión al encontrarnos ya en la ruta hacia la ciudad. Camiones alocados, autos dementes, esquinas limpias, esquinas sucias, pintas en las paredes, bodegas… ‘Ah... latinoamérica… Qué lindo volver a pisar tu suelo…’
Ella estaba igualita. No, igualita no, pero casi. Algo había diferente, algo casi imperceptible pero importante. Algo bonito. Algo en su sonrisa. Una lucecita, no sé, otro color, otro brillo, otro sol. Lo adiviné 2 segundos después de ese abrazo franco y esperado: Vino corriendo desde el fondo del largo pasillo amarillo, asomó su sonrisa a mi sonrisa y se escondió tras la puerta, coqueto, cauteloso. ‘Hola Santiago’ Se asomó nuevamente y esta vez me abrazó las piernas y recostó su cabecita en mi muslo. ‘qué cosita!’ Y ahí estaba, por fin frente a mí, lo bonito en la sonrisa de mi amiga querida a quién no veia hacía 7 años, la lucecita en sus pupilas, lo más importante de su vida, Santiago, un redondis risueño y feliz. Un chiquitín hermoso a quién recién pude conocer.
‘Eres una mamá! Qué raro me resulta...’ ‘Así es amiga, soy una mamá’ – lo dijo con una hermosa sonrisa vencida. Ella siempre fue como yo: los niños nunca le interesaron, jamás soñó con formar una familia, nunca se alucinó madre. Tampoco es que no lo quería ser, pero no fue nunca una meta en su vida. Ahora era esposa y madre y la ví feliz y orgullosa y luz y ala. Me encantó conocer esta nueva faceta en la vida de mi amiga-hermana. Me encantó conocer al hombre que eligió como esposo y al nene precioso que tienen juntos. Me encantó conocer su nuevo rincón en el mundo, los colores de su casa, los desayunos de sus mañanas, las veredas de su barrio, los escasos momentos libres de sus días maternales. Me encantó descubrir un pedacito de su sonrisa en la de Santiago, sus gestos, sus ademanes, sus miradas, y a veces, su mal humor. Pero lo que más me encantó, porque soy egoísta, fue comprobar que a pesar de las geografías y los tiempos, la confianza y el cariño siguen intactos, que nos basta con pasar ratos juntas, haciendo todo o haciendo nada, que aunque son 14 horas de distancia, seguimos cerca. ‘es todo un logro’ – le dije por email antes de terminar mi viaje, 3 semanas después y ya en el aeropuerto de Lima – ‘me voy dando cuenta con los años que amistades así son realmente excepcionales’. Y tal vez fue esa comprobación, esa certeza, esa reunión especial y esperada lo que hizo de estas vacaciones una de las mejores de mi vida.
12 comments:
Dulce...
Vine...por un ratito y sonreí.
Tanta promesa y te quede debiendo el alfajor!!!
Me quedo en resumen con: ’... cuando me fuí, no me alejé...’ Probablemente habrá muchas cosas mejores que eso, pero eso está dentro del digno grupo de lo bueno de la vida, que eso pase es magnífico, grandioso.
dew
bien por tus vacaciones sol. :)
coincido con eso :"cuando me fuí, no me alejé"
La amistad vive en el corazón y es cercanía.
Que bueno que pudieran reencontrarse.
Vacaciones inolvidables.
que lindo es regresar y reencontrarse... poco te puedo decir yo de reencuentros, mucho de encuentros que espero, algún día, hacer realidad (Por qué nadie de ustedes viene a México?)Jajajaja.
Besos grandes, mujer!
Imagino que la emocion ha de ser super grande de estar nuevamente en tierra latina y mas aun junto a una amistad que ha logrado vencer tiempo y distancia.
Saludos desde Japon.
mis felicitaciones por tu labor, buen trabajo, me ha gustado el post
Saludos y buen finde desde mi cripta vampirica
Strigo
sol que bonito reencuentro...envidiable momento guardalo..
Hola sol... tanto tiempo, un post encantador... y bienvenida sofía..
bsss.
Me hiciste sonreir. No pierdas esa amistad, es todo un tesoro.
Este blog is muy interesante y divertido, debo decir que pasé un buen tiempo leyendo este blog. realmente interesante
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