Los instantes se alargan pacientemente sobre la miasma de las paredes abúlicas. Los instantes se confunden, se mezclan, se desvanecen. El reloj vomita horas infinitas y segundos eternizados en el sinfín de los días imposibles que esconde el cubículo.
La vida importa poco dentro del cubículo. La vida deja de existir y de servir y de querer dentro de la jaula corporativa que es el cubículo. La vida, recuerdo vago e inútil, se esfuma con la niebla del ayer.
La náusea se estaciona en el centro del centro del centro. La náusea como motor. La náusea como razón. La náusea como causa y consecuencia. La náusea como mancha irremediable. La náusea como abismo inevitable. La náusea como aire intoxicado e irrespirable. La nausea, simplemente la náusea.
Y de pronto la ventana, y un árbol, y una rama, y un gorrión. Y de pronto una flor. De pronto la vida. De pronto el sueño. De pronto una razón. De pronto, vivir, como posibilidad.
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3 comments:
Parece la crónica de una resaca.
:)
Me temo que es algo mucho más grave que una resaca, que comentario más "trolliano" no?
La enumeración es muy gráfica y desde luego no deja lugar a dudas, no es humor lo que se buscaba. Después de leer tanta opresión y nausea, se agradece el rayo de luz de una posibilidad de supervivencia.
Parece que el Día de la Marmota nos ha agobiado a ambas. Pero la vida está, y cuando no le dejamos espacio termina por explotar, por encontrar el camino e inundarlo todo. Sólo tenemos que dejarnos llevar por ella.
Me ha hecho una enorme ilusión volver a leerte, y encontrar esas miguitas de pan en mi espacio. Gracias por tu maratón de soyficción, tenerte por allí es todo un placer. Y no dejes de escribir...
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