No me gusta viajar. No es cierto... me encanta viajar, lo que no me gusta es el transporte. No sólo es el trajín de ir hasta el aeropuerto y esperar y hacer colas y esperar y esperar y angustiarme y esperar y aburrirme y esperar y esperar y angustiarme y esperar y esperar… No sólo es eso. No me gusta viajar en aviones. Me da miedo. Antes me gustaba sentir que estaba flotando casi por encima del planeta, arriba de todo lo conocido, desplazándome por entre los aires y sobre tierras desconocidas; pero ahora me da miedo. Cada despegue, cada turbulencia, cada aterrizaje es un respiro contenido, una casi hiperventilación, un constante retorcijón estomacal, un ataque de ansiedad en potencia, un casi rezo. Antes yo no era así, pero ahora me he convertido en una miedosa de los aviones y los trenes y los autos y las montañas rusas y todo lo que me quita el control a mí y se lo da a otras personas o máquinas o… a la suerte. Además, a veces me entra la paranoia (y eso me pasa por leer los periódicos y ver los noticieros, o quizá simplemente por vivir en este planeta), y todas las personas dentro del avión se convierten en sospechosos... Igual sigo subiendo a los aviones porque la tentación de un viaje nuevo, de pisar tierras distintas, de volver a mis tier
ras antiguas es inescapable y demasiado poderosa para ignorarla. Me encanta, me fascina salir de mi burbuja y descubrir y probar otras. Siempre eligo ventana y me acompaño de algún par de libros, un lapicero y mi cuaderno azul; además, veo alguna que otra película si puedo y me distraigo al menos por algunas horas mirando el blanco mar de tul, el océano de nubes debajo mío. A veces me encuentro con lagos azules verdosos enormes, con montañas gigantescas, con cumbres cubiertas de nieve, con valles verdes, con pedazotes infinitos de marrones, con ríos anchísimos, pero por lo general es una enorme e interminable manta de algodón que me transmite la paz que busco cada segundo de mi estadía dentro de ese gran pájaro de metal.
El viernes (mañana) salgo de trabajar y me voy de frente (una visita al banco primero) al aeropuerto de San Francisco para subirme a un avión por 11 horas que me llevará a travez del océano Atlántico, al que sólo he contemplado unas pocas veces. (Todo esto si el tiempo lo permite porque se anuncian fuertes tormentas aquí en el área de la bahía, empezando hoy y terminando el domingo.) Llego a Frankfurt y en una hora y 40 minutos tengo que correr por aduanas e inmigración lo más rápido posible para subirme a otro avión por otras 11 horas que me llevará a mi destino final. Mi destino por los siguientes 15 largos pero cortísimos días.
Por supuesto, como de costumbre, ya empecé a leer un poquitín sobre el lugar que voy a conocer; por ejemplo he aprendido que en este país se encuentran los descubrimientos paleoantropológicos más antiguos del continente. Hace 3 millones de años estaba habitado por grupos de Australopithecus. Fue colonia holadensa y británica entre los 1650s y principios de 1900s. La minería es un importante sector, sobre todo la extracción de diamantes, oro y platino. Es un país muy rico en diversidad vegetal, contiene cerca del 10% de todas las especies conocidas en el mundo. El pinguino de El Cabo es el único pinguino de este continente y este país es el único lugar en todo el planeta donde se les puede ver de cerca (me muero por verlos!). Hasta 11 lenguas son reconocidas como idiomas oficiales. Lesoto está completamente rodeado por este país (se sentirán atrapados?). El punto más meridional del país y de todo el continente es cabo Agulhas donde se juntan el océano Atlántico con el océano Indico. Su moneda es el Rand. Es el país con mayor número de infectados de SIDA en el mundo. El apartheid surgió después de la segunda guerra mundial y terminó a principio de los 90s. En este país, la diversidad cultural es una gran riqueza (en todos, no?).
Ya saben a dónde me voy? Así es, llego a Cape Town el sábado como a las 9pm hora de California (casi las 6am del domingo, hora de Sudáfrica), más o menos 30 horas después de salir de San Francisco. Ay, va a ser un viaje larguísimo… no voy a querer volver… pero sé que cuando termine la tortura que será el
viaje, mi estadía en Africa será una experiencia inolvidable. Uf, voy a tomar demasiadísimas fotos. Quiero conocer todo, todo, todo lo que pueda.
Además, como un extra bonus, voy a ver a mi sobrina, la hija de mi primo, a quién no veo desde Febrero, cuando tenía apenas 2 semanas de nacida. La extraño.
Los leo cuando vuelva. Deséenme buen viaje. :)
Paz.
Gracias a todos por sus excelentes recomendaciones. Algunos libros sugeridos ya los he leído, otros están en mi lista de querer leerlos, otros son completamente desconocidos para mí, pero esa es la idea, expandir mi pequeña y conocida biblioteca. Gracias nuevamente, he hecho una lista de todas sus recomendaciones. Nos leemos pronto.