Sunday, May 31, 2009

pozos pródigos

Los pozos han vuelto. No sé de dónde, no sé cómo, pero han vuelto. Sin avisar, así, como quien no quiere la cosa. Una tarde cualquiera cuando el sol abrazaba las colinas amarillas de Walnut Creek, una tarde de esas, tibias y comenzadas en que regresaba de algún lugar falso y de algunas sonrisas fingidas, una tarde así, tediosa y embustera, una tarde cualquiera.

Y se abrieron, advenedizos, imponentes, perversos. Se abrieron como se abren los pulmones al oxígeno, como se abre el amor a la caricia, como una exigencia de vida, como un requisito de existencia. Se abrieron, hondos, oscuros, fríos; y por sobre todas las cosas, vacíos. Vacíos siempre, vacíos hasta el colmo, vacíos a pesar de todo, de las compañías, de las conversaciones, de las multitudes, de las risas, de los abrazos; vacíos perennemente. Volvieron así, un día cualquiera de cualquier mes, así sin anunciarse, sin hacerse esperar, sin dar explicaciones, sin ofrecer respuestas ni tolerar preguntas. Volvieron simplemente a sus espacios, a sus remolinos, a sus profundidades infalibles, a sus rincones inciertos, a sus sombras certeras. Volvieron omnipresentes y se estacionaron en el alma y en las desganas y en las soledades y en los suspiros largos del hastío cotidiano. Volvieron una tarde cualquiera. Volvieron simplemente, a casa.

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Monday, May 25, 2009

palabras van

palabras vienen



nada para el corazón
nada para el volcán enfrascado
nada para la flor de cartón ni para el sol alucinado





nada




nada para la tarde acompañada
azul e inmaculada



palabras van





palabras vienen





pero no dices nada



Imagen: Crowd, Fiona Morley


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Friday, May 22, 2009

garabato 21

Los grillos le cantan al aire tibio y contagioso de este mayo inevitable. Los grillos, sí, son los únicos que rompen el silencio asqueroso de las páginas en blanco. Los grillos impertinentes y el teclado frustrado que baila sin bailar la canción estúpida de los garabatos despoblados. Los grillos y la noche. Los grillos y el silencio disfrazado. Los grillos, sí, nada más que los grillos esta noche.

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en la oficina...





...languideciendo.














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Sunday, May 17, 2009

Ausencia de dios


Es el segundo poema del libro. Me quedé prendida de sus letras cuando por fin me dí el tiempo de leer la antología con detenimiento, hace 11 años, cuando una amiga me regaló el libro en una de esas despedidas tristes. Después de leerlo, me dí cuenta que me había regalado un planeta nuevo, un sentimiento nuevo, un paisaje nuevo.

Gracias por acompañarme los insomnios, las noches largas y las madrugadas eternas. La universidad y la lejanía hubieran sido de otro color sin tantos de tus poemas, Don Marito.


Digamos que te alejas definitivamente
hacia el pozo de olvido que prefieres,
pero la mejor parte de tu espacio,
en realidad la única constante de tu espacio,
quedará para siempre en mí, doliente,
persuadida, frustrada, silenciosa,
quedará en mí tu corazón inerte y sustancial,
tu corazón de una promesa única
en mí que estoy enteramente solo
sobreviviéndote.

Después de ese dolor redondo y eficaz,
pacientemente agrio, de invencible ternura,
ya no importa que use tu insoportable ausencia
ni que me atreva a preguntar si cabes
como siempre en una palabra.

La cierto es que ahora ya no estás en mi noche
desgarradoramente idéntica a las otras
que repetí buscándote, rodeándote.
Hay solamente un eco irremediable
de mi voz como niño, esa que no sabía.

Ahora qué miedo inútil, qué verguenza
no tener oración para morder,
no tener fe para clavar las uñas,
no tener nada más que la noche,
saber que dios se muere, se resbala
saber que dios retrocede con los brazos cerrados,
con los labios cerrados, con la niebla,
como un campanario atrozmente en ruinas
que desandara siglos de ceniza.

Es tarde. Sin embargo yo daría
todos los juramentos y las lluvias,
las paredes con insultos y mimos,
las ventanas de invierno, el mar a veces,
por no tener tu corazón en mí,
tu corazón inevitable y doloroso
en mí que estoy enteramente solo
sobreviviéndote.


- Mario Benedetti -
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Para Celebrar Una Nueva Era

Yo Señor de la Lluvia
abro todas las aguas y las junto
sobre los viejos techos de tu reino


Yo Señor de los Vientos
me revuelvo entre todas las ruinas de tu ingenio
inútil como un gallo apachurrado y muerto

Yo Señor de la Hoguera
torno en aceite paja brea carbón de piedra
el corazón de tus hijos


los mejores

Yo canto Yo danzo Yo nombro las cosas
para que ya no seas
para que solo seas
un pedazo de hielo bajo el sol

- Antonio Cisneros -
de Como Higuera en un Campo de Golf



Friday, May 8, 2009

tu risa


Te dejé en el jardín apacible de tu delicada burbuja de cristal; dulce corazón cansado, tan ávido por continuar palpitando sin parar. Me despedí con el abrazo más fuerte y más largo que nunca antes te había dado. Me regalaste también, esa mañana de Mayo, talvez uno de tus últimos abrazos. Y te quedaste sonriente, celeste, trilce (1). Y me fuí yo suspirando, respirando, mordiéndome fuerte los labios, doliendo en cada paso. Me llevé, sin embargo, la suavidad de tus manos, la tibieza de tu sonrisa vida, los planetas de tus ventanas grises y confundidas, las flores verdes de tu buen humor.

Me traje conmigo tu risa mágica, tu risa roja, tu risa puente y mar. Tu risa primavera y sol. Tu risa estómago y pulmón. Tu risa río y salvavidas. Tu risa latido. Tu risa universo. Tu risa oxígeno. Me la traje conmigo, sí, para regalarla en cada carcajada, para repartirla por viento y mar, para compartirla a pierna suelta, a jolgorio ruidoso; para vivirla, sí, en tu nombre, siempre.
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(1) Trilce: la tomo prestada de nuestro gran César Vallejo; aunque no creo que sea necesario explicarlo.
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