Casi me muero; y tú, sonrisa atardecida, rosado ensimismado, geografía ausente de los mapas equívocos de la soledad. Tú, calendario imperturbable, silencio despistado, palabra carente, ausencia omnipresente. Tú, como dios, inexistente.
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Casi me muero; y tú, sonrisa atardecida, rosado ensimismado, geografía ausente de los mapas equívocos de la soledad. Tú, calendario imperturbable, silencio despistado, palabra carente, ausencia omnipresente. Tú, como dios, inexistente.
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La primavera y sus colores escandalosos y sus brisas calientes y sus estambres fogosos. La primavera atrincherada en mis fosas nasales. La primavera imposible con sus alergias de mierda.
La primavera y su reputación cursi. La primavera y su desdén por lo gris, por las lluvias, por los pozos atracados todavía en los rincones, en la garganta, en las batallas perdidas, en las desganas moribundas. La primavera pateándome en el piso, echándome más tierra a los ojos, burlándose de mis abismos, ridiculizando mi silencio.
La primavera y sus ganas de festejo, de alegrarnos las ventanas, las sonrisas, las ganas. La primavera y su metáfora estúpida.
La primavera solamente.
Vete al carajo primavera.
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