Sunday, November 30, 2008

Felino

- El prefiere acercarse a que me acerque. Prefiere esperar a que me acomode sobre la cama o sobre el sofá para después amoldarse y entibiarse junto a mí, o sobre mí. No le gusta la comida de lata. No le gusta el atún. No le gusta mucho el pollo ni el pavo. Come un poco de jamón, sobre todo si es del dulce y si le doy pedacitos chiquititos en la boca. Si se cae al piso el pedacito, y se cae casi siempre porque es medio torpe al masticar, me mira como esperando que lo recoga. Mi gato es raro. No le gusta el catnip en realidad, lo huele y lo lame por un ratito y ya está, no quiere más. No le gusta que le cepille el pelo. No le gusta que lo cargue por más de 10 segundos. Empieza a quejarse, a gruñir como perro, se pone grande, se eriza. Es un renegón. Un pleitista. Un matoncito. Un pirañita.

Le encanta su juguete verde y redondo con la pelotita blanca que da vueltas alrededor; es lo único con lo que juega todos los días. Le gustan sus treats de molasses mucho más que los de pescado, pollo, queso y catnip. Le gusta dormir conmigo todas las noches, en un rincón de la cama en verano, encima mío o en medio de mis piernas en invierno; debajo de las colchas si hace mucho frío, una bolita calientita, un cariñito dormilón. Cómo estorba a veces, no me deja estirar las piernas, cambiar de posición; y si me muevo mucho, reniega.






Le encanta morder las bolsas de papel y lamer las de plástico. Le encanta clavar sus uñas en mis sayonaras viejas, no las he botado hasta ahora solo por él. Le gusta jugar a las peleas con mi papá y a las escondidas y a la cacería conmigo. Le gustar dormir las siestas con mi mamá porque ya sabe que es una dormilona. Le gusta su casita morada/rojiza de dos pisos que le regalé. Le gusta ocultarse tras las cortinas y ver a escondidas el mundo por la ventana. Le gusta todo lo que se mueva. Le gustan sobre todo, las pobres arañas despistadas, las moscas torpes e inoportunas y las hormigas apuradas y ensimismadas. Y claro, también los pajaritos cantores que observa, atentas las orejas e inquieta la cola, del otro lado del vidrio. Le encanta asolearse, ritual diario. Le gusta sentarse sobre la laptop, no importa si está abierta o cerrada, prendida o apagada. Le gusta posarse, como si fuera un adorno, sobre mi mesita de noche, al costado de la lamparita, sobre la caja de la tele y sobre mi repisa, justo debajo de la poesía. Le gusta meterse dentro de todo lo que puede. Le encanta lanzar al aire y perseguir para volver a lanzar al aire y perseguir a sus ratoncitos de juguete pero solo si tienen pelos y/o plumas y suenan como sonajas. Esas son sus condiciones, he aprendido con los años. Le gusta acompañarme al baño todas las mañanas y volver rapidito a acurrucarse en la cama. Le gusta estar donde estoy yo, claro, dependiendo de su humor. Le encantan los pedacitos de galletas y pan dulce y tortas; también el helado de vainilla, el whip cream y a veces el yogurt. Todo esto en cantidades minúsculas, y obvio, después de estudiar el pedacito al detalle con su naricita precavida. Le encanta, por sobre todas las cosas, el jugo del atún, solo el jugo, no el atún. Le gusta meterse a la tina cuando está seca y esconderse tras las cortinas para asustarme después. Le gusta subirse al lavadero y jugar con un chorrito de agua mientras me depilo las cejas o me pongo maquillaje. Le gusta que agudize las palabras cuando le hablo, se acerca y me contesta suaves mimos en su idioma, se dulcifica y con la espalda encorvada, me acaricia con su costado el cariño.

Mi gato es un solcito con dos planetas amarillos verdosos. Es un leoncito furioso. Una bolsa de flojera atlética. Un puma diminuto. Un corazoncito silvestre. Un cascarrabias peludo. Un felino único.

- Ajá… pero yo te pregunté si tenías hijos…



Saturday, November 29, 2008

No Seré Feliz

Ya no seré feliz. Tal vez no importa.
Hay tantas otras cosas en el mundo;
un instante cualquiera es más profundo
y diverso que el mar. La vida es corta

y aunque las horas son tan largas, una
oscura maravilla nos acecha,
la muerte, ese otro mar, esa otra flecha
que nos libra del sol y de la luna

y del amor. La dicha que me diste
y me quitaste debe ser borrada;
lo que era todo tiene que ser nada.

Solo que me queda el goce de estar triste,
esa vana costumbre que me inclina
al Sur, a cierta puerta, a cierta esquina.



- Jorge Luis Borges -

Sunday, November 23, 2008

presentimiento


este insomnio eres tú
este respirar sin rumbo eres tú
eres tú la espera inquieta
los minutos lentos sobre la tarde tibia
eres tú el enigma que merodea en mi certeza
los colores que perfilan mi perpetuo azul confundido

eres tú, lo presiento,
colgado de las alas de las mariposas
atándome y desatándome los hilos
enredándome de a pocos los planetas
desarmando, de uno en uno, los rompecabezas de mi cabeza

este insomnio eres tú
este fantasma que pretende silenciar
con letras esta noche de grillos
este latido preciso
este vértigo
este maldito vacío
este corazón incompleto
eres tú
lo presiento


Imagen: Evolution XI, Ortwin Klipp

Sunday, November 9, 2008

justo hoy


Y sin embargo, la rabia se abraza todavía a los latidos; los envuelve, los protege, los oculta de la garúa inconsciente de las tardes flojas. La abraza todavía, sí, la rabia; le tuerce los labios, le hace muecas en el rostro, le avinagra las mañanas desvestidas, le acuchilla los cuchillos, le retuerce la paz. La rabia, sí, la rabia intoxica las ganas de querer, de perdonar, de sonreírte cuando llegas, de buscarle respuesta a tus preguntas, de agradecerte por tus manos, por tus caminos, por las señales de humo que a veces inventas. La rabia se acorrala y se multiplica y se rebalsa y se desplaza. La rabia renueva los rencores extintos, excita los odios rencorosos, encoleriza las cóleras dor midas, incendia los incendios apagados, despabila los hilos despabilados, subraya las culpas ya olvidadas. La rabia, la asquerosa costra hedionda, se clava justo en el medio de un domingo desprevenido, justo en el medio de un domingo anaranjado, justo en el medio de un remolino inflamado.

La rabia, la repugnante pústula pestilente, se clava justo hoy en el medio de mi amor.


Imagen: Untitled, Clyfford Still

Thursday, November 6, 2008

En Buenos Aires



En Buenos Aires la primavera me pintó el cielo de azul y me colgó un par de nubes de algodón, En Buenos Aires también me canceló los planes la lluvia fresca y entrometida, me empapó el pantalón, las medias y las zapatillas. Y es que para colmo, en Buenos Aires se me malogró el paraguas nuevo. En Buenos Aires los buenos aires me desaparecieron las alergias, no estornudé ni sola vez. Han vuelto ya los estornudos, será que le tengo alergia a este país..?

En Buenos Aires mandar una encomienda por correo es realmente una odisea, intentar hacerlo sin pasaporte es casi un insulto y pretender mandármela a mí misma es una broma de mal gusto. En Buenos Aires le llaman colectivos a lo que nosotros llamamos micros. En Buenos Aires hay semáforos peatonales en todas las esquinas, el envidable subte te lleva a todos lados, hay taxis y hay remiseros. En Buenos Aires los parques los ví limpios y bien cuidados, pero las veredas llenas de caca de perros. En Buenos Aires hay pintas en casi todas las paredes. En Buenos Aires me enteré que una película re-pochoclera no es una película pornográfica como yo pensaba (qué ignorante!); pochoclo le dicen a la canchita, al pop corn (ahhhh..!). En Buenos Aires también hay bodegas por todos lados, y kioskos y locutorios. En Buenos Aires también hacen maní confitado en algunas esquinas pero no recuerdo cómo le llaman… también confitan almendras.

En Buenos Aires las pizzas son muy sabrosas y particulares, llevan mucho queso y pareciera que lo demás ya no importa tanto. En Buenos Aires le dicen musarella a la mozzarella. En Buenos Aires probé el mate; me gustó el dulce. En Buenos Aires descubrí una infinidad de ricos alfajores y una increíble diversidad de exquisitas empanadas. En Buenos Aires comí la carne más deliciosa y suave que he probado en mi vida. En Buenos Aires me deleité con una botella distinta de vino cada día y descubrí lo divino que puede ser un Malbec. En Buenos Aires probé un submarino. En Buenos Aires comí buenísimo.

En Buenos Aires conocí la milonga y el gato, me aluciné con un tango en San Juan y Boedo y me rompí de la risa con Les Luthiers en el teatro Gran Rex. En Buenos Aires me cautivaron y me atraparon las enormes librerías, ah… todo en castellano… y me paseé largo rato por el maravilloso Ateneo. En Buenos Aires compré demasiados libros, algunos dvds, algunos cds, algunas carteras, un par de Malbecs y uno que otro souvenir. En Buenos Aires se me cansaron los pies caminando desde el Alto Palermo hasta Puerto Madero. En Buenos Aires a los carritos del supermercado le llaman changos. En Buenos Aires me llamaron mexicana, venezolana, española, italiana, chilena y puertorriqueña; curioso porque en México y en Venezuela me llamaban argentina. En Buenos Aires todos parecían conocer a los personajes de todos sus billetes y la significancia de cada monumento. En Buenos Aires, leerá mucho la gente? En Buenos Aires El Caminito me encantó; y me gustó mucho el monumento de la flor.

En Buenos Aires, una noche de lluvia, en Saraza, tuve la suerte de conocer por fin a un muy puntual Fabián, quién me paseó por toda la ciudad (con explicación en cada monumento incluída) y me invitó una cena muy rica en El Obrero, un lugar muy pintoresco y acogedor en La Boca. Después paseamos más, conocí el lindo San Isidro, que me dió un aire a un bien cuidado y limpio Barranco ; y sin que me diera cuenta de pronto aparecimos en el precioso y original El Tigre. En Buenos Aires Fabián y yo conversamos y conversamos y conversamos y conversamos y conversamos hasta que el sueño nos empezó a ganar cuando ya se habían terminado su café y mi té en el camino de vuelta a la ciudad.

En Buenos Aires la pasé muy bien, me maravillé con el sur de sudamérica, con el sur de Borges, de Alfonsina, de Alejandra, de Cortázar, de Gelman, de Girondo, de Sábato, de Quino, de Fontanarrosa… de tantos..! Me quedé con ganas de volver (y de comer un choripan) y conocer Mendoza por ejemplo, Mar del Plata, La Patagonia y quizá El Tigre, pero de día (me vuelves a llevar?). En Buenos Aires conocí a un nuevo amigo (quien todavía me debe un alfajor), me encontré con mi vieja amiga y me volví a enamorar de latinoamérica. En Buenos Aires para mí era todo nuevo, pero conocido, porque toda latinoamérica es distinta, pero es realmente la misma.

Gracias Buenos Aires.



Wednesday, November 5, 2008

' what will it be like to have a smart president? '

"But today we celebrate this triumph of decency over personal attack, of peace over war, of intelligence over a belief that Adam and Eve rode around on dinosaurs just 6,000 years ago. What will it be like to have a smart president? Science, banished for eight years, will return. Imagine supporting our country's greatest minds as they seek to cure illness, discover new forms of energy, and work to save the planet. I know, pinch me."

- Michael Moore -


Tuesday, November 4, 2008

Sí, ya voté. Mr. McCain, ya voté y no voté por usted ni por sus ideales egoístas ni por sus pretensiones de una guerra sin fin. Ya voté aunque mi voto no sirva de nada. De nada porque jamás entenderé el sistema electoral de este país, votos populares, votos electorales... por qué tanta complicación? Por qué votar un Martes cuando la gente tiene que trabajar, cuando algunas personas trabajamos a 70 kilómetros de donde tenemos que votar, otros más lejos todavía. Por qué los polling centers cierran a diferentes horas en diferentes estados? Por qué no todos tenemos las mismas oportunidades de votar? Por qué son las cosas tan raras en este país? No sé, pero yo ya voté. Y ahora, a esperar nomás; a esperar Mr. McCain a que conceda y dé su tan esperado speech de perdedor. Tan esperado sí, por millones de personas en el planeta. Tan esperado por mí también.

Y ahora, Mr. Obama... ahora pues. A cumplir.