“la rabia tan sumisa
tan débil tan humilde
el furor tan prudente
no me sirve
no me sirve tan sabia
no me sirve tan sabia
tanta rabia
el grito tan exacto si el tiempo lo permite
el grito tan exacto si el tiempo lo permite
alarido tan pulcro no me sirve
no me sirve tan bueno
no me sirve tan bueno
tanto trueno”
- Mario Benedetti -
Tú llegas de trabajar y preparas la cena. Pones la mesa y sirves. El se despega de la computadora, donde estuvo todo el día sentado porque hoy no trabajó, y se sienta a la mesa donde está ya el plato de comida servido. Come. Termina. Quiere más. ‘Quieres que te sirva un poco más?’
‘Sí porfavor’. Dejas de comer, te levantas de la mesa y llevas su plato a la cocina, le sirves otra porción y se la llevas. ‘Gracias’- dice por lo menos, y vuelve a comer. Te sientas a la mesa a seguir con tu merienda. Estás cansada, hoy fue un día pesadísimo en el trabajo, muchos clientes, muchos problemas con uno de los jefes. Te duelen los pies. Te duelen las muñecas. Te duele la espalda.
‘No me vas a invitar nada de tomar?’
‘Qué quieres? Jugo o gaseosa?’
‘Jugo pues’
Dejas de comer, te levantas y vas a la refrigeradora a buscar el jugo de manzana que hiciste ayer. Buscas un vaso en el cabinete y le sirves.
‘Con hielo’
Le pones hielo al vaso, se lo llevas y te sientas otra vez a seguir comiendo.
Después de trabajar tuviste que ir al banco a buscar información sobre la refinanciación de la casa. De ahí a la tienda a comprar adornos para uno de los trabajos que tienes que hacer esta noche. Este verano no está tan infernal como el año pasado, pero el sol igual incendia el aire, las veredas, el timón del auto, la mente ocupada y cansada. Mañana será un largo día; vienen amigos a almorzar así que tendrás que levantarte temprano a limpiar la casa, salir a comprar la comida porque no tuviste tiempo ni energías para hacerlo hoy, y ponerte a cocinar los 4 platos que harás, más el postre.
‘Estaba buenazo, gracias. Sobró?’
‘Sí, quieres más?’
‘No, no, gracias, será para mañana.’
‘Sí, ahí tienes para tu almuerzo de mañana.’
Te levantas y llevas tu plato y el suyo al lavadero. El se levanta, se acuerda de meter la silla, y regresa a sentarse a la computadora a seguir surfeando la net. Qué cosas tan interesantes se encuentran ahí. Tú vuelves a la mesa por los vasos, lavas todo, le guardas su comida en un taper, secas todo y lo guardas porque no soportas dejar las cosas escurriéndose en el escurridor. Volteas y te das cuenta que los individuales siguen en la mesa, igual que las servilletas sucias. Y entonces te invade una furia, una ira de esas que te incinera la rabia de vez en cuando, intensa y violenta pero fugaz, momentánea. Y ese, aunque no sea mío, es mi problema, porque soy mujer.
Me indigna tu rabia pacífica, me encoleriza los huesos tu cólera pasiva, me incinera la paciencia tu paciencia infinita. Tu servilismo, tu inercia, tu falta de palabras, de puertas, de paredes. Me enfurece tu indignación pasajera. Tu ‘a nadie le importa que yo soy la única que hace algo en esta casa!’, tu ‘de ahora en adelante o cocino o lavo!’, tu guerra efímera que no dice nada, que sólo sirve para confirmar que nada de lo que dices significa nada si no lo respaldas. Tu brevísima lucha es con las justas un quejido transitorio, un reniego pasajero, una guerra llena de paz.
Y no lo aguanta mi estómago rebelde. No lo aguantan mis oídos hartos. No lo aguantan mis ojos rojos. No lo aguanta mi piel del siglo XXI. No lo aguanta mi autosuficiencia. Y tampoco aguanto ya tus quejas eternas pero pasajeras. Tampoco aguanto tus intentos de rebeldía barata, tus fuertes palabras huecas. Tu inercia, tu enojo pacifista, tu coraje conformista, tu mundo de protestas es inverosímil y remoto.
Si algún día decides pisar firme sobre tu palabra y hacerla respetar, clavar tu bandera sobre tu tiempo, reclamar tu igualdad, me avisas porque mientras tanto y a partir de hoy, se ensordecen mis oídos a tus quejas huecas, desiertas y fugaces. Y si en realidad no te molesta tanto, entonces deja de quejarte y de arañar la paz de mis tardes.
- Mario Benedetti -
Tú llegas de trabajar y preparas la cena. Pones la mesa y sirves. El se despega de la computadora, donde estuvo todo el día sentado porque hoy no trabajó, y se sienta a la mesa donde está ya el plato de comida servido. Come. Termina. Quiere más. ‘Quieres que te sirva un poco más?’
‘Sí porfavor’. Dejas de comer, te levantas de la mesa y llevas su plato a la cocina, le sirves otra porción y se la llevas. ‘Gracias’- dice por lo menos, y vuelve a comer. Te sientas a la mesa a seguir con tu merienda. Estás cansada, hoy fue un día pesadísimo en el trabajo, muchos clientes, muchos problemas con uno de los jefes. Te duelen los pies. Te duelen las muñecas. Te duele la espalda.
‘No me vas a invitar nada de tomar?’
‘Qué quieres? Jugo o gaseosa?’
‘Jugo pues’
Dejas de comer, te levantas y vas a la refrigeradora a buscar el jugo de manzana que hiciste ayer. Buscas un vaso en el cabinete y le sirves.
‘Con hielo’
Le pones hielo al vaso, se lo llevas y te sientas otra vez a seguir comiendo.
Después de trabajar tuviste que ir al banco a buscar información sobre la refinanciación de la casa. De ahí a la tienda a comprar adornos para uno de los trabajos que tienes que hacer esta noche. Este verano no está tan infernal como el año pasado, pero el sol igual incendia el aire, las veredas, el timón del auto, la mente ocupada y cansada. Mañana será un largo día; vienen amigos a almorzar así que tendrás que levantarte temprano a limpiar la casa, salir a comprar la comida porque no tuviste tiempo ni energías para hacerlo hoy, y ponerte a cocinar los 4 platos que harás, más el postre.
‘Estaba buenazo, gracias. Sobró?’
‘Sí, quieres más?’
‘No, no, gracias, será para mañana.’
‘Sí, ahí tienes para tu almuerzo de mañana.’
Te levantas y llevas tu plato y el suyo al lavadero. El se levanta, se acuerda de meter la silla, y regresa a sentarse a la computadora a seguir surfeando la net. Qué cosas tan interesantes se encuentran ahí. Tú vuelves a la mesa por los vasos, lavas todo, le guardas su comida en un taper, secas todo y lo guardas porque no soportas dejar las cosas escurriéndose en el escurridor. Volteas y te das cuenta que los individuales siguen en la mesa, igual que las servilletas sucias. Y entonces te invade una furia, una ira de esas que te incinera la rabia de vez en cuando, intensa y violenta pero fugaz, momentánea. Y ese, aunque no sea mío, es mi problema, porque soy mujer.
Me indigna tu rabia pacífica, me encoleriza los huesos tu cólera pasiva, me incinera la paciencia tu paciencia infinita. Tu servilismo, tu inercia, tu falta de palabras, de puertas, de paredes. Me enfurece tu indignación pasajera. Tu ‘a nadie le importa que yo soy la única que hace algo en esta casa!’, tu ‘de ahora en adelante o cocino o lavo!’, tu guerra efímera que no dice nada, que sólo sirve para confirmar que nada de lo que dices significa nada si no lo respaldas. Tu brevísima lucha es con las justas un quejido transitorio, un reniego pasajero, una guerra llena de paz.
Y no lo aguanta mi estómago rebelde. No lo aguantan mis oídos hartos. No lo aguantan mis ojos rojos. No lo aguanta mi piel del siglo XXI. No lo aguanta mi autosuficiencia. Y tampoco aguanto ya tus quejas eternas pero pasajeras. Tampoco aguanto tus intentos de rebeldía barata, tus fuertes palabras huecas. Tu inercia, tu enojo pacifista, tu coraje conformista, tu mundo de protestas es inverosímil y remoto.
Si algún día decides pisar firme sobre tu palabra y hacerla respetar, clavar tu bandera sobre tu tiempo, reclamar tu igualdad, me avisas porque mientras tanto y a partir de hoy, se ensordecen mis oídos a tus quejas huecas, desiertas y fugaces. Y si en realidad no te molesta tanto, entonces deja de quejarte y de arañar la paz de mis tardes.
13 comments:
Dios esa escena ... la he vivido alguna vez! Tu texto es como un himno que las mujeres no debiéramos aprender para que no nos arañen la paz de nuestras tardes.
Uy! Al parecer llegué en mal momento. Igual, se hace lo q se permite hacer. Parche, nada más.
Recien leo tu blog, Sol. Igual que hace diez, tus textos me siguen tocando. Saludos!
sin comentarios,soy la menos indicada para opinar sobre esto...pero quiero mandarte besos,besos del alma y quiero que estès bien!
¡¡vaya!! Termino de leerlo y no sé qué decir ... Igual es que no tengo que decir nada más que que tanto el poema como el post en general ... son muy grandes, aunque me es difícil saber si es por como se cuenta o por lo que se cuenta.
AbRaZoS!'!
asu, fuego!
Ahí estamos...ahi estamos.
Un beso
chaaaaaale... qué fuerte!!!!! Por eso mi mamacita me ha enseñado a servirme y a lavarme si no llego a comer con toda la familia... Pero, buehhh, yo por eso no me voy a casar ni a arrejuntar con nadie: para que nadie se molesté de lo huevón que soy jajajajajajaa... No soy macho, sólo huevón.
Besos!!!
escena salida de la telenovela de la vida cotidiana. Nada, cuando algo nos joroba tanto hay que arreglarlo, EN ONE. Y si uno decide vivir en par, poner las reglas desde el comienzo. De iguales digo yo, no para que te traten como el amigo o como la mami, sino como seres que tienen las mismas responsabilidades con el otro.
un abrazo
reina imposible
Bueno, tremendo jalón de orejas a las chicas. A ver, a las aludidas, ¡a revisarse se ha dicho, pero sin armar revoluciones!
Y no me siento culpable de ser contribuyente a esta problemática, porque siendo soltero sí me acostumbré a arreglármelos solo.
Habría que empezar a inculcar esta mentalidad de igualdad desde pequeñitos, ¿no?
Abrazos.
Wow, bien dicho!
Mientras leo, puedo ver los rostros cansados, aburridos y molestos de mas de una mujer que conozco que "soporta" esa realidad.
Es cierto, hay que leerlo varias veces, para dejarnos claro, hasta donde es amor y cuando comienza una simple rutina, sin sentido alguno.
Buenísimo Sol, espero que la situación no arañe mas, la paz de tus tardes.
Acabo de aterrizar en tu blog.Así que no he leido mucho,cosa que remediaré.Pero éste texto me ha cautivado.No sé si es "creado"por tí para deleitarnos o conoces a alguien así y estás harta de intentar que cambie,harta de decirle que se rebele,harta de escucharle decir que se acabó,harta de que eso no ocurra.A mí me pasa con una persona a la que quiero mucho,yo también le dije que no me torturara más con sus palabras de querer cambiar y que luego no lo hiciera.Aquí estoy para lo que ella quiera pero no para ser su paño de lágrimas y que luego me "tire"como tal.Saludos,pásate cuando quieras a visitarme,estaré encantada.
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